Cuando la vida duele: Día de las Misiones en el horizonte.

Cercano un día tan especial para nosotros los misioneros, te recuerdo más que nunca Manuel. Supongo que al cielo también llegarán las noticias y te habrás enterado del lío que has montado en España. No sé si te queda algún milagro en tu poder, porque aquí los hiciste a manos llenas, pero intenta por todos los medios interceder para que Teresa, la mujer que te estuvo cuidando, venza al virus y vuelva a abrazar a los suyos. Me debes el abrazo que las prisas me privaron de darte. Nos lo daremos cuando Dios quiera. Ahora tú sabes más que yo de la vida eterna y sabrás también si será posible compartir de nuevo la charla, el chorizo, el pan y el vino. Me encantaría. Aquí, en Sierra Leona, te echamos de menos. Oye, y dile a Dios de mi parte, que si algún mérito he hecho en mi vida, que me los pague todos salvando a Teresa. Vamos a rezar juntos, tú arriba y yo abajo, para que recobre la salud antes del Día de las Misiones, el día 19, y así lo podamos celebrar por todo lo alto.

Cada vez que paso al lado de los arrozales se me ilumina la cara viendo la sonrisa de los que allí se bañan y lavan la ropa. No hay forma de lograr que usen el agua del pozo para su higiene personal. Han caminado tanto durante años para llevar el agua en la cabeza a la choza, que ahora que la tienen en la aldea la cuidan como un tesoro. Y cuantas más razones les doy, más se ríen. Isata Conteh volvía con sus amigas del arrozal. Estaba entusiasmada porque este año comenzaba 6º de primaria a sus 14 años. El Ebola puso candado a las escuelas y frenó su sueño.

Hoy la tormenta descargó un rayo para cortar ese sueño  definitivamente. Al enterarme de la noticia he conducido rápido a Magbonso y me he quedado hundido delante de su cuerpo tirado en el camino. Respiro profundamente intentando entender y mantenerme sereno. La chiquilla estaba preparándose en el catecumenado para recibir el bautismo la próxima Pascua de Resurrección y tiene el rosario colgado en el cuello.

Hay que dar mil vueltas, porque la situación de emergencia del país prohíbe los funerales y enterramientos en las aldeas. Tiene que firmar el permiso un médico, y si algo escasea en Sierra Leona son los médicos. Al final, a las 2 de la tarde del día siguiente, logramos enterrar a Isata. Rezo mecánicamente mientras los jóvenes preparan la tumba. Por respeto, para que la tierra no toque directamente su cuerpo, han hecho un simple ataúd, y lo han cubierto con ramas de mango. También se han uniformado para dar solemnidad al momento. No puedo evitar que las lágrimas rueden por mis mejillas y me consuelan apretando mi brazo. Estamos juntos musulmanes y cristianos. Un anciano musulmán acompasa su paso con el mío y me repite algo que ya me dijo tiempo atrás, pero que cree  necesito volver a oír en estos momentos: “Grandpa, todos los viernes rezamos en la Mezquita para que Papa God te de larga vida”. Ni agradecerlo puedo, solo le miro.

Eso de que volvía a la normalidad ha sido solo una ilusión. Me refiero a la normalidad de trabajar en silencio y sin las continuas llamadas de los medios de comunicación buceando en los sentimientos que provocan las noticias.

Mi blog “Africa Ken Kauthukuma oh Keyan” (África en el corazón, en limba) nunca quiso suscitar la polémica, ni buscar un protagonismo que no me corresponde. Simplemente quiso sustituir la presencia del amigo con el que compartes el café y a quien le cuentas lo que ves y lo que sientes para desahogarte. Nunca quise herir a nadie, ni me presenté como dueño de la verdad absoluta, porque se y acepto que cada uno tiene su verdad. Y que oyendo la verdad del otro lo único que haces es enriquecerte. Comulgo con Machado:

¿Tu verdad? No, la Verdad,

y ven conmigo a buscarla.

La tuya, guárdatela.

A tenor de unas declaraciones que hice contestando a las preguntas que me hacía un medio de comunicación donde se me pedía manifestar mis sentimientos, recibí algún correo electrónico realmente ofensivo. Supongo que si la señora que lo escribió hubiese podido, me hubiese incinerado con Excalibur, el perro primera plana en España en estos días. Nunca dije que era partidario de la muerte del perro, solo manifesté que sentía envidia de la repercusión mediática que Excalibur tenía y que la envidiaba para mis niños. Nada más. Copio el correo, ocultando el nombre de quien lo envía, para que entendáis de que hablo. Y oculto el origen por respeto, porque yo sí que lo tengo. Y digo esto aceptando que uno de los derechos inalienables de la persona es el derecho de libre expresión. Pero creo firmemente que dicho derecho deja de serlo cuando se usa simplemente para insultar sin motivo a una persona. O sea, que sigue siendo verdad aquello de que mi libertad termina donde comienza la tuya.

Copio y pego:

“Como se atreve usted a ningunear la vida de un ser vivo, ¿que no se le da repercusión a la vida de niños africanos?, pués para empezar y terminar usted está allí con fondos de ciudadanos particulares y públicos(impuestos de ciudadanos) que no sólo pensamos en los niños conmo usted, que nos preocupamos de que cuando éstos dejen de serlo tengan una vida digna, no como usted  que se preocupa nada más que de ellos hasta los quince años después que los den, vergüenza me dá usted”

Y por si no me había llegado lo envía de nuevo, eso sí, añadiendo que me ve demasiado gordo como para estar cuidando niños desnutridos.

“disculpe pero en mi anterior mensaje estaba mal la direccion de correo, por si acaso no le ha llegado,le repito: vergüenza dá que ningunee la vida de un ser vivo, le repito q usted está ahí(y por cierto bastante bien porque no se le ve ni de lejos desnutrido o con mal color) gracias al dinero de los particulares, privado y público,q no sólo nos preocupamos de los niños, sino de éstos cuando dejan de serlo(nó como usted q mucho para los niños y después q los den). Por otro lado señor mio, si no repetan la vida del perro por humanidad que seria la 1ª causa que lo hagan por ciencia, ya q el resultado + o – seria un dato para luchar contra el Ébola. vergüenza de que exista usted.”

No es un alegato de defensa porque no ofende quien quiere, sino quien puede. Y a mí esta señora nunca me ofendería. Simplemente, a modo de comentario, deciros que en la misión tenemos en estos momentos 4 perros que llamamos por el nombre de los expatriados que, al salir definitivamente de Sierra Leona, creyeron que nosotros al menos les daríamos de comer: Boloi, Mona, Jambi y Bernard. Cuando nos tocan a la puerta niños con hambre, por mucho que quiera a los cuatro, tengo muy claro el orden de prioridades: primero, arroz para los niños. Mi familia lloró cuando perdimos a Durka, pero estoy seguro de que les duelen más mis niños.

Otro:

“Siempre admire a los misioneros hasta hoy, me parece increíble que un misionero y sus seguidores critiquéis por que los españoles nos hemos volcado con el perro de la enfermera contagiada del ebola al atender al padre misionero. Que pensáis que los que no creemos en dios no tenemos corazón para intentar salvar a un animal?”

Lo que desconoce el que me envía el correo es que yo tengo mi santoral particular de ateos, todos declarados. Y que están tan cerca de mi corazón como del corazón del Dios en quien yo creo y que nos ha sido revelado.

San Natán Redondo, enfermero de Valladolid que me ha regalado sus vacaciones durante 5 años, para ayudar a los más desprotegidos. Y no viene con fondos públicos, paga de su bolsillo viaje y visados.

San Javier Atienza, cirujano de Valladolid, me ha ayudado dos años. Ha decidido quedarse con la ONG italiana Emergency para echar una mano en el hospital de Freetown por un sueldo de risa en comparación al riesgo de contagio.

San Federico Gerona, miembro de Odontología Solidaria. Ya se me olvidaron las veces que ha venido a prestar sus servicios. Por si fuera poco, tiene a un niño sierraleonés en adopción de estudios, y él fue quien movió todos los hilos para poder operarlo en España. El niño se quemó cuando tenía un año y no podía caminar.

San Joseba Etxeberría. Un loco de Bilbao que ha pedaleado medio mundo intentando sensibilizarnos a todos a cerca de los derechos de los niños. Ahora se está rompiendo los cuernos para construir un centro para niñas en Camboya.

Eso por citar algunos.

Siempre le pido a Dios que ponga ateos de ese pelo en mi vida. Ateos que sumen a la vida de otros y que sean, como diría León Felipe, sensibles a todos los vientos, no sólo al de los perros.

Pero si os soy sincero, me duele menos que se metan conmigo que con mi madre la Iglesia. A mí, si me meten el dedo en la boca, pues contesto.

 Me preguntan:

¿Qué hace el Vaticano con todo su Imperio por los pobres? ¿Y qué está haciendo en estos momentos la Iglesia que tanto predica el amor al prójimo?

A pesar de que la pregunta me parece una solemne pendejada, voy a intentar contestar de una vez por todas dejando clara mi opinión, y sabiendo que cada uno tiene derecho a pensar lo que quiera.

Respuesta:

“No sé a qué te refieres cuando hablas del Vaticano, supongo que a las personas que lo habitan, porque un edificio por muy majestuoso y suntuoso que sea poco puede hacer. Pues bien, en el Vaticano el Jefe de Estado es actualmente el Papa Francisco que, dicho sea de paso, me cae de maravilla. Te sorprendería saber lo que hace en silencio por el prójimo y la sencillez de vida que lleva. Supongo que no venderá la Capilla Sixtina, como tampoco se venden las Pirámides de Egipto. Esa demagogia ya está obsoleta.

Lo que sí puedo explicar más claramente es lo qué hace la Iglesia, porque yo soy parte de ella. Como sabes soy miembro de una Orden Religiosa, los Agustinos Recoletos, que me piden, nunca me obligan, que sirva a la Iglesia donde más se necesita en estos momentos. Y yo lo acepto con gusto. Los misioneros no somos entes abstractos sin ningún sentido de pertenencia. Los misioneros tenemos nombres: Elisa, Miguel, Manuel, René, José Luis…, y todos y cada uno de nosotros nos sentimos y formamos parte de la Iglesia de vanguardia, que nada haría sin una buena retaguardia. Estamos en Sierra Leona como Iglesia, y es la Iglesia la que permanece en el lugar de donde otros han corrido hace tiempo. No se ti te sabes el cuento o parábola del pastor, el lobo y las ovejas. ¡Pues eso! No somos miembros de Médicos Sin Fronteras, ni de la Organización Mundial de la Salud, con todos mis respetos por ambas entidades. Somos simple y llanamente Iglesia. Si te parece poco lo que hacemos, eso es ya otra cuestión.

No soy ciego, ni tonto y he sido profesor de Historia. He pasado 10 años de mi vida en Ciudad de los Niños, enseñando a niños de la calle a querer a su madre a pesar de ser prostituta, simplemente por ser su madre. Sé que la Iglesia se ha prostituido con demasiada frecuencia al poder y al dinero, pero es mi madre y como tal la amo a pesar de sus deficiencias. Y sé que solo con amor se pueden cambiar las estructuras.

Y por último decirte que alguien dijo que al final de la vida nos van a examinar de amor, y nos van a hacer una pregunta personal y directa, no corporativa. Nos van a preguntar si cuando vimos al prójimo hambriento, o sediento, o desnudo, lo atendimos con ternura. Y te lo van a preguntar diciendo tu nombre, te van a preguntar a ver qué hiciste tú, no el Vaticano, o la Iglesia.

Termino, devolviéndote la pregunta: «Y tú, ¿qué haces en estos momentos? No me respondas a mí, respóndetela a ti misma desde lo más profundo de tu corazón”.

Me ha llamado Antonio Pitillos, otro que no huele precisamente a incienso. Y me ha hecho llorar. Me dice que ya tengo edad de ir buscando un lugar más tranquilo, que si quiero él me hace una catedral y me nombra prior. Terminamos riendo y prometiéndonos poner todos los medios posibles para volver a darnos un abrazo.

Rene y yo estamos bien y nos animamos uno al otro. Hoy ha ido a dar un retiro en Freetown y me ha dejado solo por una semana. Le he gritado cuando salía que le daba permiso para citarme, que les dijese que una comunidad se vive cuando en el momento que tu compañero te deja, ya estás contando los días que faltan para su regreso. ¿Tan difícil es?

Sigo con angustia el estado de Teresa y cada día rezo por ella y por los suyos. No es tiempo de buscar culpables, sino de buscar soluciones y poner los medios para que nadie sufra. Ni de protegerme a cualquier precio, incluso al precio de negarle a un niño la escuela. Estoy seguro que Manuel nunca hubiese deseado contagiar a nadie, pero tampoco es responsable de lo sucedido. Recuerdo perfectamente el revuelo organizado cuando Paciencia y Catherine se infectaron en Liberia y España se negó a que acompañasen al Padre Miguel Pajares. Hoy las dos han ofrecido su sangre, su plasma para quien lo necesite. ¡Qué curioso, sangre negra mezclada con sangre blanca bombeando un solo corazón buscando el milagro de la vida! Ojalá lo logren, se salve Teresa, y lo celebren las tres juntas, aunque el Excalibur les tenga que ladrar desde el cielo de los perros.

Os dejo con unos párrafos de la última carta de Einstein a su hija que siempre me han conmovido:

“Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el amor.

Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.

El amor es luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios, y Dios es amor.

Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.

Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.

Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quintaesencia de la vida”.