En Makeni seguí a un hombre que gritaba: perro, perro. Me parecía increíble oír español en mitad del mercado. Era Ángel, médico cubano, que luego me presentó a otras dos doctoras: Mayielis y Nancy. Pedí al Ministerio de Salud que les permitiese cumplir el convenio bilateral entre Sierra Leona y Cuba dando el servicio en mi zona. Lo aprobaron y pudimos disfrutar durante 6 meses de tres increíbles profesionales. Eso sí, el mando a distancia de la televisión ni tocarlo, tanto así que le llamábamos Manuel y yo, Nancy. Me encantaría poder retomar el contacto con ellos.