Dicen los entendidos que el continente africano duerme cada día en un colchón de agua dulce. El problema es llegar a ella por la ausencia absoluta de medios técnicos. Cavar un pozo es un trabajo absolutamente manual realizado con medios tradicionales: pico, pala, cubo y polea. Y sin ningún tipo de seguridad. Pero es tanta la necesidad, que se exponen a cualquier cosa por conseguirla. Y es que el agua cambia la vida de la aldea, especialmente la vida de las mujeres que son quienes deben de ir a buscarla cada día, no importa la distancia a la que se encuentre. También, y especialmente, la de los niños, porque tendrán menos gusanos y sobrevivirán más fácilmente.
Poquito a poco y con vuestra ayuda, son ya 50 las aldeas en las que hemos logrado excavar un pozo y mejorar su calidad de vida. Es una lucha diaria el conseguir que se laven con ella y no en los arrozales: tienen miedo de que se les termine. Por eso prefieren usarla únicamente para beber y cocinar.