Volver a escribir no me ha sido fácil, porque al salir de Sierra Leona, África, se cerró una etapa importante en mi vida, otra más. Necesitaba poner distancia física y psicológicamente. No digo afectivamente porque eso es imposible. Dije en su momento que África te enamora y te va matando poquito a poco. Y el amor, si es auténtico, es para siempre.
Los últimos días en tierras africanas no fueron fáciles. Una necesidad imperiosa de llenarme de imágenes para el recuerdo me hacía correr de aldea en aldea para asegurarme de que el virus Ebola no seguía causando dolor a mi gente. Y ahí, muy adentro, se quedaron grabadas las baffas, los olores, el dolor, los colores… y, sobre todo, su grito de bienvenida al divisar mi Toyota: Kucheh, Grandpa.
Pero era la sonrisa de los niños la que me laceraba el alma y me hacía sentir incómodo pensando en la seguridad de mi asiento reservado en un vuelo hacia Bruselas y Madrid, España. Me aplastaba la sensación de que no los había querido lo suficiente, de que podía haber hecho un poquito más por ellos, aunque solo fuese un poquito más…, pero que ya no tenía tiempo.
Africa ken kahuthukuma oh keyan, Africa ken kahuthukuma oh keyan (Africa en lo mas profundo del corazón), me repetía como un mantra luchando para que las lágrimas no me impidiesen ver el mapa de África dibujado debajo de las nubes. La alegría de los demás viajeros por salir de un infierno, contrastaba con mi profunda tristeza al despedirme de un continente al que seguramente no podría volver. Nada de lo logrado, ni las escuelas, ni los pozos, ni los voluntarios que tanto hicieron por mi pueblo, me parecía suficiente para tranquilizar mi alma. ¡Cómo me dolía la vida en ese momento!
Al llegar a Bruselas controlaron de nuevo nuestra temperatura, esta vez con medios mucho más sofisticados que los de Sierra Leona.
En nuestra Comunidad de El Paseo de la Habana de Madrid nos abrazaron con cariño. Algo tan simple como un abrazo significaba tanto para Rene y para mí en aquellos momentos… Se nos había prohibido darlos en el último año por miedo al contagio. Por ese miedo que es el asesino del corazón humano.
El sentirnos arropados y queridos nos sacaba las lágrimas sin poder controlar las emociones. Había sido tanto el stress de lo vivido que nuestro organismo buscaba canales de desahogo. Descubrimos, tanto Rene como yo, que el dolor une más que la alegría. Que nunca dejaríamos de querernos a pesar de que el viento nos llevase por caminos diversos. Y así ha sido. Hoy, Rene, sigue su aventura en Brasil y yo en Estados Unidos, pero el cariño sigue fresco porque en momentos de nostalgia escucho sus risas y me contagia su alegría.
No sabía si cambiarle el título al blog, pero decidí respetar el nombre con el que nació. De otra forma sentiría como si estuviese traicionando de alguna manera a todos los que me ayudaron con su generosidad y, sobre todo, con su oración. Tambien sentiría que traicionaba de alguna forma al pueblo del Biriwa Chiefdom de Sierra Leona, los auténticos protagonistas de esta historia. Además, África, siempre estará en lo más profundo de mi corazón allá donde la vida me lleve.
Es Navidad y hoy hace ya dos años que escribí la última entrada. Reanudo mi blog desde El Puente de los Sueños, en El Paso, Texas. Puente donde comienza la esperanza de una vida nueva para tanta gente sencilla. Y es que vivir sin esperanza es vivir una vida muy triste. También lo es el vivir sin horizontes nuevos. Nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a impedirnos el buscar un horizonte mejor para los que amamos, ni siquiera el Presidente de cualquier nación por muy poderosa que ésta sea. El horizonte ensancha nuestro corazón…, los muros nos encierran en nosotros mismos. Pero los muros que realmente deben de preocuparnos son los que construimos a diario a causa de nuestro egoísmo, de nuestros miedos, y de nuestras inseguridades.
Que en estos días aprendamos a saber acusarnos por nuestros errores a nosotros mismos, sin descargar la culpa siempre en los demás para juzgarlos y condenarlos. O para condenarlos, incluso sin un mínimo juicio justo.
El no avergonzarnos de nuestra debilidad es el primer paso para aceptar la misericordia de nuestro Padre Dios, y para poder ser misericordiosos con los que viven a nuestro lado.
En una ocasión, preguntaba el Papa Francisco a los sacerdotes cuando era la última vez que habían llorado. Los hipócritas no saben llorar porque se han olvidado de cómo se llora. Debiéramos pedir para este Nuevo Año el don de las lágrimas, o sea, el don de no ser nunca indiferentes al dolor de nuestro hermano.
Que Dios nos ayude a que entre todos construyamos en el Nuevo Año un mundo más unido y mejor. Un mundo donde el color de la piel, el pensamiento político o religioso no nos conviertan en un infierno para el otro.
Que Dios os bendiga siempre.
¡Qué alegría escucharte de nuevo! Los Pascuales de siempre y los tres llegados te deseamos salud, amor y felicidad. Que Dios Niño siga a tu lado y empuje con fuerza. Un gran abrazo.
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Gracias por por volver. Aunque ni soy muy creyente, admiro a la gente de bien. Feliz Navidad y esperanza
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!Que bueno es poder disfrutar nuevamente de sus vivencias! En verdad es alimento para el alma, a través de sus reflexiones aprendí también a amar el África, reciba un gran abrazo y espiritualmente estaré con Ud
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Pq tu lo decidiste así pero para mi eres mi poeta número uno y mira que al otro lo he parido yo.
Gracias José Luis por ser tan real y tan bueno más que al límite!
Me alegra que hayas retomado, ay mi Dios y ahora quién se los aguantará a mis poetas favoritossss!!!
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Me alegra escuchar tus palabras y a la vez me asusta pensar que algún día sentiré aquello que tu has sentido.Haga lo que haga me parecerá poco…pensaré que tendría que haber hecho mas..Tendré que aprender a vivir con ello y con el amor que le tengo a Africa y a su gente…Comparto ese dolor tan profundo que has debido sentir al partir.
Amigo me acuerdo de ti y de nuestro momento…Un abrazo calido y si algún día la vida te lleva estoy en Guinea Bissau esperandote.
Tu galleguiña,
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Hola José Luis.
Felicidades por reanudar tu blog. Para los estoicos escribir era un âejercicio espiritualâ porque nos hace vivir más conscientemente y poner nombre a los sentimientos para que no nos confundan. Gracias por ofrecernos esos comentarios.
Ahora desde una realidad muy diferente, pero que seguro que te llevará a nuevos compromisos y, como dices, a no permanecer indiferente ante el que sufre o el necesitado.
Feliz Navidad con los hermanos.
Un fuerte abrazo
Javier Marcilla
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Hola José Luis, que ilusión poder seguirte por el blog, Feliz Navidad, y que seas muy feliz por allí.
Un fuerte abrazo, de toda esta familia Nicolas Bravo, te esperamos por Viana
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Me alegra leerte de nuevo José Luis, siempre añoraras Africa pero no estés triste la llevas en tu corazón y tu sigues allí en el corazón de tu gente.. Hiciste mucho allí y veras que los frutos de tu labor darán más y más en el futuro. Te mando un abrazo muy fuerte.Felices fiestas y mejor año nuevo. Esperamos verte algún día por esas tierras de frontera
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Me encanta lo que escribe..es Realmente hermoso..Dios lo bendiga siempre y es un honor poder ser parte de su Vida
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Feliz 2017. Es un placer volver a encontrar palabras en este blog.Gracias, desde Viana,un abrazo enorme.
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