Apuntes de vida diaria: Ángeles en los Infiernos.

“Hay almas a las que uno tiene ganas de asomarse, como a una ventana llena de sol”

Federico García Lorca

Ayer tuve la dicha de asomarme a una de esas ventanas que disipó con una sonrisa todas nuestras dudas y noches de insomnio:

José Luis, tú traes al muchacho, alquilas una habitación cerca de la clínica, y nosotras te lo cuidamos, me dice la Hermana Andrea, clarisa mejicana. Me daban ganas de estrujarla entre mis brazos, porque sin darse cuenta nos había devuelto de repente la esperanza.

Salimos de Kamabai a las 5 de la madrugada para no llegar tarde a la clínica de las Hermanas Clarisas en Mile 91. Al pasar por Camp Charlie, el lugar donde me retuvieron unos días los rebeldes, el corazón se aceleró un poquillo. No era miedo, ni inquietud lo que sentía. Era una sensación agridulce extraña. En el cruce de Yonibana recordé perfectamente el lugar donde la gente nos tiraba plátanos para que nos pudiésemos alimentar. Y cómo ese gesto de cariño enojaba a los rebeldes. Y es que el Hermano Fernando Aguilo, compañero de secuestro y cirujano en el hospital Mabesseneh, había ayudado en el parto a la mayoría de las mujeres de la zona. Y vi también el lugar exacto donde me iban a fusilar el día 25 de febrero de 1998 a las dos de la madrugada. Y pensé que si Dios me quería vivo, era por algo.

Llegamos a Mile 91 a las 8, nos tomamos un café, y Javier comenzó a operar. La escasez de material hizo que solo pudiese operar a dos personas. Una con hidrocele en los dos testículos. El otro, un señor de 76 años, al que le hizo una Orquiectomia simple bilateral y plástica escrotal. Lo que en romance paladino significa que le cortó de cuajo los dos huevillos. ¡Y todo con anestesia local! El viejito le dio un abrazo inmenso de agradecimiento, a pesar de presentarle Javier en una bandeja sus partes nobles recién amputadas. Viendo en qué condiciones estaba lo que le cortó, uno lo entiende.

Las Hermanas cumplieron su parte del trato y nos obsequiaron con una cesta de cruasanes deliciosos y rellenos de chocolate. Entre paciente y paciente, nos tomamos un café y nos comimos 4 cada uno. A Javier le ayudó una enfermera en prácticas, pero le gusta que esté yo sacando fotos y dándole conversación. Eso sí, esta vez sin gorrito verde.

Es cierto que Dios usa mediaciones humanas, ángeles les dicen algunos. Sea lo que sea, viendo el trabajo que Andrea y Patricia realizan en la clínica, no puedo menos de pensar que son realmente un par de ángeles que Diosito ha enviado en medio de este infierno de dolor y de miseria en el que vive nuestra gente. De ahí mi atrevimiento en llamarles Ángeles en los Infiernos.

Brauny, el perro de las Hermanas tiene rastras exactamente del mismo color que las de Javier. Tanto, tanto, que nos daban ganas de cortárselas y que se las añadiesen a su pelo. Fue verlo, olerlo, e intentar abrazarse al doctorcito. Le prometí meterlas primero en el auto clave para desinfectarlas.

Lo cierto es que el viaje ha sido una bendición. Lo que comenzó como una broma, ha resultado ser una oportunidad para Bundu de poder curar de sus heridas. Al menos lo cuidarán con ternura y, pase lo que pase, no morirá como un perro abandonado. Creo que en relación a Esaú y Jacob, y la venta de la primogenitura, yo he salido ganando con el alquiler del doctor por un día. Los cruasanes son infinitamente mejores que las lentejas.

Hemos ido a curar a Bundu y a explicar a la familia la posibilidad de trasladarlo al Hospital de las Hermanas en Mile 91. Están encantados y seguramente será la madre quien permanezca con él. Me dicen que no tienen dinero, pero les he asegurado que no tenía ninguna duda de que alguno de mis amigos querría ayudarme a pagar el tratamiento. Así que ya sabéis, la cuenta bancaria la tenéis en el blog, y la podéis ver haciendo clic en ¿Nos ayudas?. Solo indicad si hacéis algún donativo que es para  Bundu. Yo, como siempre, me comprometo a que el 100% del donativo se dedique única y exclusivamente a ese propósito.

Ahora resulta que es cierto que las ventanas se pueden abrir, y que cambiar el aire depende de ti. Y que lo es también el que se puede lograr lo imposible y dejar de lado la tristeza.

Sentirás que el alma vuela, canta Diego Torres, como sentíamos que volaban las nuestras volviendo a Kamabai.

Gracias Hermanas Andrea y Patricia por devolvernos la esperanza. Gracias por estar ahí trabajando todo el día con la sonrisa en los labios con los que no tienen nada, ni a nadie.

Le pregunto a Javier si ha visto la película Caza Fantasmas, y me pregunta que por qué.  Le digo que porque le van a poner de sobrenombre el caza demonios del Biriwa. Y es que todo mal espíritu que le traen, sale despavorido por la puerta que él abre con el bisturí. Hasta un poquillo celoso me he puesto, porque se corre el rumor que ha venido un brujo blanco más poderoso que Grandpa, que opera y manda a la gente caminando a casa el mismo día.

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