Me ha sorprendido una llamada por teléfono de Fernando Morán pidiendo verme en Freetown para darle mi opinión sobre el tema de los chóferes españoles atrapados en Sierra Leona. Me ha preguntado si sabía algo, y le he contestado que todo, puesto que me habían usado como traductor. Fernando Morán es el embajador español de Costa de Marfil, Burkina Faso, Liberia y Sierra Leona.
He oído hasta la saciedad que soy una persona radical. Y está bien. Radical es aquel que va a la raíz de las cosas, y a mí me gusta hacerlo.
En la vida hay dos opciones: callarse por miedo, por vergüenza, o por interés…, o decir la verdad aunque ésta no sea popular. Sé que en boca cerrada no entran moscas, pero cuando uno se calla sintiendo que debe hablar, duerme peor.
Me han llamado y escrito bastantes amigos angustiados por lo que me pueda estar pasando. Y eso, por la alarma social que han creado los medios de comunicación comentando la situación de unos camioneros en Sierra Leona. He leído cómo los medios crucificaban a una de las partes sin tener una visión completa de la realidad. No hay mayor mentira que una verdad a medias. Y eso es precisamente lo que se ha extendido como la pólvora por mi País. Y es que, los buenos de los camioneros sólo han contado lo que les convenía. Y conste que me disgusta su situación personal, a pesar de habérsela buscado ellos mismos.
Por la ley de la gravedad, Newton 1687, sabemos que quien escupe hacia arriba, le cae en la cara. También que el bien y el mal tienen efecto bumerán (boomerang): no importa que tan lejos los lances, siempre vuelven hacia ti. En este caso, lo que ha sucedido es que alguien que traicionó, ha sido a su vez traicionado por quien se presentó en primera instancia disfrazado con piel de oveja. Pero se les avisó con tiempo de que su actual situación era crónica de una muerte anunciada.
Grandpa, dile a tus paisanos que cuiden con quien se relacionan y que hagan las paces con los españoles, porque ni se imaginan quien está detrás de todo esto. Los van a dejar sin camiones, les van a meter droga, y los van a deportar sin nada. Si los quieres, tienes la obligación moral de avisarles.
La persona que me hablaba es el Fullah Chief, hombre honesto y cercano a Ernest Bai Koroma, Presidente de la República.
Yo no me voy a meter en el tema contractual, porque no entiendo, de que si los contratos firmados en España fueron justos en el reparto de beneficios o no lo fueron. Lo que si estoy seguro es de que ambas partes se lanzaron a esta aventura en Sierra Leona movidos por la desesperación que provoca la crisis económica española, tanto en empresas, que no saben qué milagro realizar para no cerrar, como en familias de a pie. Y que ambas partes cometieron el error de aventurarse en un terreno absolutamente desconocido, fiándose de un sinvergüenza con antecedentes penales. Alguien que ya en el mismísimo avión prometió a los mediáticos chóferes mejores beneficios, y que estos aceptaron traicionando el contrato establecido previamente.
Todos lo que vivimos hace años en este País, sabemos que lo único que les interesaba a los mediadores eran los camiones. Y que, una vez conseguidos, las personas correrían incluso peligro físico si se oponían.
La compañía que uno elige, determina en cierta medida la intención de la persona. Por eso nuestros padres se cuidaban tanto en nuestra niñez de que tuviésemos siempre buenas compañías. Ellos, los chóferes, eligieron de compañero de viaje a alguien capaz de sobornar al Jefe de la Policía del Norte por 1000 dólares. Si, ya sé que esto es corrupción y no me cabe en la cabeza cómo se puede vender la honorabilidad de un País por esa ridícula cantidad. Pero sucedió, y me consta, porque estaba allí. Ellos también estaban, y lo sabían. Sabían muy bien lo qué estaba pasando y se aliaron con el corrupto. Se trataba de sobornar para que la policía no pusiese en práctica la decisión tomada por la Corte en favor de la Empresa que los contrató, y a la que traicionaron aliándose con la persona que ahora demandan. Pero nada de esto ha aparecido en los medios.
Callarse no significa siempre signo de debilidad o de culpabilidad, como insinuaron en un canal televisivo, sino de fortaleza. Callarse y no responder ante los medios significaba en este caso que se intentaba reconducir la situación desde el sentido común, comenzando de nuevo. Cosa que nunca aceptaron los buenos de los conductores.
He abierto las puertas de mi casa a las dos partes. Y las dos han disfrutado de la solidaridad española: conservas navarras, vino rioja, galletas, chorizo… Incluso los chóferes llenaron por dos veces su coche, el coche de la empresa Tasman a la que ahora reclaman, en nuestra misión, porque me dolía el ver cómo los dejaban tirados, a pesar de que no comulgase con su actitud.
También hemos acogido a la otra parte, a la que han crucificado en los medios, porque una Empresa no es un ente abstracto. Una empresa la componen personas con nombre y apellido que buscan lo que buscamos todos: mantener a flote aquello por lo que han luchado toda su vida. Y se llaman Pepa, y Jaime, Y Virgi, y Jordi… Cada uno con una historia personal, dolorosa a veces, que he escuchado con respeto compartiendo mi mesa y mi tiempo.
Supongo que alguno pensará que, como parte de la Iglesia, me alío con el poder, o que solo Dios sabe cuánto me habrán pagado para que les dé la razón. Las razones no se dan o se quitan. Las razones se tienen o no se tienen. Se leer y escribir, y no me pueden hacer comulgar con ruedas de molino por una seudo solidaridad con quien se presenta como el agredido suscitando una lágrima fácil. Tampoco puedo callar por miedo, como me decía uno de los chóferes, a estropear mi curriculum solidario. Yo no vivo de cara a un curriculum, simplemente me dedico a vivir, que no es poco.
Podría añadir mil detalles que no vienen a cuento. Sigo teniendo abierta mi casa para las dos partes, porque la tierra siempre tira, y más si estás ausente de los que amas. Y sigo creyendo que la caridad tiene que ir más allá de la justicia, pero que el hacer caridad a alguien no significa bendecir sus intenciones.
A pesar de los pesares y de lo que aquí he vivido, no me gusta que se ponga en la picota a la nación a la que sirvo y amo: Sierra Leona. No me gusta que el mundo siga creyendo que seguimos envueltos en una guerra que terminó hace años. Si no hemos salido más adelante es porque intereses internacionales no lo permiten. Os dejo como tarea el que me digáis cual de las naciones en las que he trabajado podría presentarse al mundo como ejemplo de no corrupción: ¿España?, ¿México?, ¿Costa Rica?, ¿Estados Unidos? Y me encantaría saber la respuesta.
Lo dicho: quien escupe hacia arriba, le cae en la cara.
me gustaria comentar con usted esta situación de los transportistas en Sierra Leona, yo soy de una asociacion de transportistas en España y estamos interesados en conocer en profundidad la verdadera situación, teniamos dudas sobre como se han desarrollado los hechos, y que fué de los contratos que posteriormente se han hecho que fue lo que han negociado para romper con la empresa de Valencia.
mi nombre es José Fernández
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