Lunes, 2 de enero del 2006
Lo que me faltaba por ver. Casimiro se ha largado a vender coca-cola al baile de Kamabai. Este hombre no tiene cabeza, tiene una calculadora. Nos hemos reído con ganas porque después de 4 horas solo ha vendido 3 refrescos, y sus ayudantes se le han bebido 16 latas. ¡Cualquiera le pone al frente de una tienda!
Nos han traído dos fritambos hermosos. Parece que después del incendio son más fáciles de cazar. Dan un poco de pena los animalicos, pero que bien sientan en el estomago cocinados a la brasa. El precio, tirado: 5 dólares cada pieza. ¿Queréis uno?
Miércoles, 4 de enero del 2006
Reunión en Kanikay con el Chief Sonie Conteh II. La verdad es que me ha impresionado la asistencia. Hemos propuesto comenzar la reunión con una plegaria compartida por musulmanes y cristianos. Rezamos juntos el Fandantu wo ka ariyana (padrenuestro) y el Al Fathaya musulmán entonado por el Imán Pa Abdulai Kamara. Asiste también a la junta el Pastor de Kanikay Mr. David P. Conteh. Así que como veis, estamos en vanguardia en cuanto a diálogo ecuménico se refiere.
Ha tomado la palabra el lider de Kasengbeh, Alie Mansaray. Yo no sé si los musulmanes se lo dicen a todos, o es cierto que Casi y yo les recordamos al «Almighty God». Pero es que erre con erre con lo mismo:
-Que si agradecen que vaya a visitarlos el Dios altísimo, que están encantados con nuestra presencia, etc, etc, etc.
El bueno de Alie, que tiene una mano paralizada por causa de la trombosis, se ha echado la mano al bolsillo y ha sacado 500 leones para compartir el kola nut en señal de amistad y agradecimiento. Uno a uno han tomado la palabra y agradecido nuestro apoyo. Y eso es precisamente lo que les hemos querido dejar muy claro. Les hemos explicado por enésima vez consecutiva que quizás damos una imagen de ricos porque conseguimos la financiación de los proyectos, pero que realmente somos pobres. Los coches que tenemos los utilizamos en su servicio, y el dinero es suyo, solo lo administramos.
Y añadimos que nuestros amigos nos han dicho que los quieren ver trabajando unidos y con ilusión, que no van a poner el dinero en las manos de alguien que está sentado siempre esperando una limosna.
El puente y la escuela son suyos, no nuestros. Y por el puente pasan tanto católicos como musulmanes. También a la escuela asisten los niños sin importar su credo religioso. No es pues un asunto de religión, sino de desarrollo de la zona. Queremos dar vida a un área por la que deben pasar los productos de más de 100 aldeas en su salida a Makeni o a Freetown.
Se han retirado a deliberar para decidir la mejor manera de ayudarnos, y nos han dejado con un galón azul de Stanley Motor Oil, 20W50. Me sonrío y le digo al Casimiro que ya saben que necesitamos aceite para funcionar, como los motores. Supongo que metieron el mampa después de darle al galón un par de aclarones, y punto, porque tiene como un saborcillo final raro. Y desde que nos lo bebimos siento que las junturas rechinan menos, ja,ja,ja.
Al final del cónclave han decidido dar una contribución económica dependiendo de los habitantes de cada aldea, además de ayudar con la mano de obra. La cantidad se decidirá en otra junta a la que asistirán todos. Sonreímos al escuchar que algunos líderes no han venido porque creían que el proyecto era una especie de propaganda electoral del Chief. Otros que habían llegado escépticos, se alegraron cuando nos vieron detrás del proyecto y que hablábamos en serio.
Por la tarde, hemos salido a Fretown para comprar el boleto de avión de René.
Jueves, 5 de enero del 2006
Hoy he aprendido un par de cosas nuevas, mira por dónde. Le pregunté a René a las 12 del mediodía que a donde iba y me contestó:
–Tengo hambre, me voy a dormir.
-¿Y así se quita el hambre?
-No, te levantas con la misma, pero ya es hora de comer.
¡Ja!, pues creo que yo voy a tener que matar el hambre un par de horas todos los días. Eso, o acabar con la existencia de plátanos de la comarca.
La otra lección, cómo no, a manos de Casimiro. Resulta que el idioma coreano pone el verbo siempre al final de la oración, por eso, dice, puedes distraerte al escuchar la introducción, mientras no llega lo importante. Ahora me explico cómo en su vocabulario ingles solo tiene verbos y sustantivos, le sobran los adjetivos y todo lo demás. El verbo es acción y lo demás florituras, ¡tócate las narices! Y no he visto a nadie que se entienda con los nativos mejor que él, ni que consiga mejores precios. Y al que no se lo crea, se lo presto dos meses.
Sábado, 7 de enero del 2006
Por la mañana, poco antes de salir para Kamabai, hemos tenido una reunión comunitaria en la casa de Freetown, para reorganizar el trabajo, debido a la inmediata salida de René.
Después de hacer un análisis de nuestra realidad, nos damos cuenta de que algo debemos estar haciendo mal. Los datos están ahí y son esclarecedores: regresamos como Orden Religiosa a Sierra Leona el 28 Marzo del 2004. De los dos primeros que vinieron, Don Besana salió al año y seis meses, para una revisión médica por causa de dolores constantes en el pecho. Edgar Tubio está agotado física y psicológicamente después de casi dos años, cuatro malarias y 27 kilos menos.
Más tarde, a primeros de Mayo del mismo año, se les unió Louie Gabinete que se tuvo que regresar a Filipinas por causa de una severa malaria cerebral. Solo estuvo en el país un año.
En Junio del 2005 se incorporaron Francisco Antonio, que se regresó a los tres meses por motivos personales; René Paglinawan, que sale a los siete meses y aprovechará su asistencia al Encuentro Misionero de Colombia y al Capitulo Provincial en Filipinas para hacerse un buen chequeo médico por causa de una dolencia de origen “posiblemente cardiaco” (según el Hno. Manuel Viejo); y Casimiro Lee, con un record de dos malarias, una tifoidea, y un “virus desconocido”, que lo tumbó una semana en el hospital. El coreano dice que es muy difícil trabajar cuando tu cuerpo no puede seguirle el paso a tu cabeza.
En Septiembre del 2005 me incorporé yo a la misión. Por ahora, y después de casi cuatro meses, solo he tenido un buen revolcón por una malaria. Y si los kilos de más van desapareciendo a este ritmo, puedo batir tranquilamente el record de Edgar.
Los primeros evangelizadores jesuitas y capuchinos llamaron a Sierra Leona la “tumba del hombre blanco”. Y a fe que vamos a terminar dándoles la razón.
Cada uno ha dicho cómo se sentía en este momento, y qué disponibilidad tenía para seguir trabajando en el país. Hemos comentado también las posibles sugerencias al Capítulo que la Provincia de San Ezequiel Moreno celebrará el próximo mes de febrero. Quisiéramos que se planteasen seriamente nuestra presencia en Sierra Leona y nuestro trabajo en el país como Agustinos Recoletos. Y saber cuándo y en qué condiciones nos encargaremos de Kamalu, y si vendrán nuevos compañeros voluntarios a la misión.
Ha sido un momento de diálogo sincero y fraternal como hace tiempo no habíamos tenido. Y la verdad es que buena falta nos hacía.
Domingo, 8 de enero del 2006
EL QUINTO HUEVO
“Erase una vez una gallina que tuvo cinco polluelos. El último en romper el cascarón, el pollito del quinto huevo, salió débil y enfermizo y no podía seguir las alegres carreras de sus hermanos detrás de mamá gallina. Y allí se quedó, triste y abandonado, esperando una muerte cierta…”
Esto que parece el principio de un cuento, es una historia verdadera. En esta tarde tranquila de domingo, observaba yo cómo una de nuestras gallinas picoteaba buscando alimento junto a sus cuatro polluelos, sin volver siquiera la cabeza hacia el quinto, el más pequeñito. Pregunté por qué abandonaba al más pequeño. Me respondieron que siempre se muere el pollo del último huevo, el que nace más débil. Y me propuse tratar de cambiar el final de la historia.
Intenté alimentarlo y darle calor, pero era inútil, no quería o no podía comer. Le di leche en polvo con azúcar y me lo llevé a la habitación. Durmió acurrucado en mi mano, porque en cuanto intentaba ponerlo en la caja piaba angustiosamente. Hoy, tres días después, mientras paso a limpio estas notas, está tumbado en mi mesa al calor del ordenador.
Lo he bautizado, sin el rito del sacramento, con el nombre de “Cas”, en honor de mi amigo el coreano. Y me sigue a todas partes, como sus hermanos a mamá gallina, ante el regocijo y las cuchufletas de mis compañeros.
Esto, que podría ser una enternecedora historia infantil, deja de serlo y duele profundamente cuando de niños y no de pollos se trata. Y estoy seguro que ni vosotros ni yo tenemos corazón para ver morir a un niño a nuestro lado sin intentar salvarlo. Desgraciadamente, solo os llegan las frías estadísticas que poco o nada conmueven, simplemente porque los números no tienen dos ojos que te miran. Pero lo cierto es que aquí, en África, mueren diariamente al menos 30.000 niños (de ellos 5.000 de malaria, según The London School of Higiene and Tropical Medicine). Mueren los más débiles, los niños del “quinto huevo”. Niños que podrían vivir si pusiésemos en ellos un poquito más de calor, un poquito más de leche, aunque sea en polvo, y un poquito más de corazón y de ternura…
Nada es igual cuando la sarna, la deshidratación, la diarrea, la roña, la malaria…, mata un niño entre tus brazos, y no alcanzó el calor de tus manos para salvarlo. Y cada día debemos luchar a brazo partido y sin desmayo para que los niños de nuestras aldeas, niños con ojos que te miran, dejen de engrosar tan macabras estadísticas.
“Cas” sigue acurrucado a la izquierda de mi ordenador, mientras sueño en lo hermoso que sería poder cambiar entre todos el final de las mil y una historias de estos desnutridos y abandonados niños africanos del “quinto huevo”.
Lunes, 9 de enero del 2006
EL ARTE DE DAR
Erich Fromm escribió un hermoso libro, que muchos de nosotros leímos en años jóvenes, titulado «el arte de amar». Amar es un arte como lo es también el dar. No se puede amar, ni tampoco dar, de cualquier manera. Permitidme hoy unas pequeñas reflexiones sobre ese difícil “arte de dar” que me iban viniendo a la cabeza mientras clasificaba las cajas de nuestro contenedor. Me he pegado un autentico palizón y creo que me he ganado este pequeño desahogo.
Con frecuencia hemos oído aquello de «no hagas a nadie lo que no quieres que te hagan a ti». Yo me atrevería a añadir: «no des a nadie lo que no quieres, o no sirve para ti».
En este hermoso País, Sierra Leona, tenemos diamantes de primera (es fácil comprobarlo preguntando en cualquier importante joyería), un rutilo excelente, oro, y parece que un importante y nuevo mineral cuya producción ha hecho que las grandes potencias comiencen a interesarse por nuestra «democracia». Un poco tarde, me parece a mí. Dejaron pasar 10 años de una guerra cruel, alimentada con armas de tercera, pagadas, a través de Liberia y su presidente Charles Ghanday Taylor (educado en el Bentley College de Massachusetts, Estados Unidos), con diamantes de primera. Y nadie se preocupó entonces de la bendita democracia lo más mínimo.
Por el contrario, nuestras comunicaciones, nuestros coches, nuestra tecnología…, son de tercera. Hay únicamente electricidad en la capital, Freetown, las horas que el gobierno tiene a bien conceder. Y vienen aquí a morir, como si del final de la senda de los elefantes se tratase, todos los Nissan, Mazda y Toyotas del mundo. Mueren en la cuneta, reventado su corazón por las infinitas millas recorridas, y llevándose por delante no pocas vidas que no pueden elegir otro medio de transporte más seguro. Camionetas diseñadas para 9 pasajeros, reacondicionadas para 18, con llantas lisas y con sobrecarga añadida.
Y el primer mundo nos sigue generosamente obsequiando ropa de segunda, tecnología de tercera (al menos 30 años de antigüedad), y todo eso con la satisfacción de la obra bien hecha y el deber para con los pobres cumplido.
Lo cierto es que aprovechamos a limpiar el armario y, salvo honrosas excepciones, damos a los pobres lo que no nos gusta: aquella camisa con el manchón de tinta azul imborrable en el bolsillo (y se de que estoy hablando), o el pantalón vaquero con el siete bien hecho en el trasero. Y seguimos llenando la bolsa de plástico con el coche de tres ruedas y sin batería, la muñeca sin brazos a la que le falta el ojo derecho, o una pierna… Me sorprende ver no obstante con qué felicidad reciben ellos, los pobres, nuestros desechos.
Durante años me tocó tirar por las ventanas del tercer piso de un colegio los pupitres que no considerábamos dignos de que los usasen nuestros alumnos el curso siguiente. Y, sin embargo, nos parecen ideales para sentar en ellos a los niños africanos. Porque, como terminaba un chiste cruel, quieren pupitre, como los blancos.
Nuestros muchachos, si se les enseña, aprenden rápido a trabajar con Windows XP, Publisher, Office 2003, Adobe Photoshop, etc. Claro que si les enviamos tecnología antigua, nunca podrán alcanzarnos y seguirán en el vagón de cola del progreso. A no ser que sea eso lo que nos interesa.
Hemos asistido a un cursillo de actualidad nacional y la verdad es que uno sale con el alma encogida. Tenemos 67 doctores en el País, de los cuales tienen especialidad únicamente 20 de ellos. Y, curiosamente, en un País devastado por una guerra cruel, solo hay actualmente un psiquiatra.
Si ya de por si es grave que robemos al País todas sus riquezas naturales y le demos el honor de aparecer por 14 año consecutivo como el menos desarrollado del Planeta, lo es más el robo solapado que hacemos de sus mejores cerebros y profesionales.
Fijaros, Inglaterra por ejemplo, a través de su programa Hightly Skilled Migrant Programme, da la facilidad de trabajar y vivir en Inglaterra a los estudiantes con mejores grados académicos. Esto ha ocasionado que África haya perdido más de 20.000 profesionales anualmente.
Estados Unidos no se le queda a la zaga y se lleva buena parte de profesionales y estudiantes altamente cualificados a través de su programa Green Card Lottery, una lotería en la que si sales premiado te conceden el permiso de trabajo y residencia.
Naturalmente esta «lotería dirigida» nunca toca ni a los braceros mexicanos del chile, ni a los pobres estudiantes que cada día hacen fila en el Internet café de Lumley, aplicando para tentar a la suerte. Por 1000 leones los 20 minutos, reciben orientación de cómo rellenar el formulario, e incluso les sacan la fotografía. He ayudado a algunos de ellos a abrir su correo electrónico para ver si el país de los sueños les daba la oportunidad de cambiar de vida. ¡Y nada!
Solo desde el año 2000 al 2005, han emigrado, favorecidos con la lotería del Green Card, 40.480 de Nigeria (de ellos más de 22.000 doctores), 38.540 de Ghana, 8.863 de Sierra Leona… Y siguen, dicen, facilitando el acceso de los estudiantes a la cultura y a la tecnología como un signo de solidaridad hacia el tercer mundo.
Mientras, aquí, seguimos con la ropa de segunda, los coches de tercera, la tecnología del pasado, y con los estudiantes “normalitos” que no dan el ancho para emigrar. Eso si, sentados en pupitres usados, como Dios manda.
El arte de dar es muy simple. Tan simple como ponerse primero la mano en el corazón.
Martes, 10 de enero del 2006
El Gobierno italiano ha enviado a nuestro obispo George Biguzzi 16 contenedores de arroz para repartir en las parroquias, y nos ha llamado para avisarnos que podemos contar con 150 sacos. ¡Dios mío que bendición! Ya estamos saboreando el regocijo de nuestros líderes cuando reciban su saco para repartir en la aldea.
Yo no entiendo mucho de “política de mercado”, ni de la necesidad de estabilizar los precios. Lo que estoy seguro es que “el mercado” es un ente sin corazón, y que dudo mucho que lo tengan los que se esconden detrás de su política estabilizadora. Y es que me parece una burrada eso de tirar trigo al mar, o enterrar verduras y frutas con la justificación de que no se hundan los precios. Y no hablo de memoria: he visto con mis propios ojos cómo se enterraban cientos de kilos de melocotones de primera calidad en la ribera de Navarra para no saturar el mercado.
Por eso se me hace digna de reconocimiento la iniciativa del Gobierno italiano de donar anualmente unos contenedores de arroz a los más desfavorecidos.
A pesar de las mil tonterías que diariamente oímos acerca de la superpoblación del planeta, lo cierto es que aquí hay comida para todos, solo falta distribuirla con un poquito más de justicia. El principio es muy simple: “lo que a ti te sobra es lo que a otro le falta.
Acaparamos para mañana encerrándonos en el castillo del egoísmo y de la insolidaridad por temor a que falte en el futuro el pan para nuestros hijos. Pensamos que somos demasiados para compartir. Pero, ¿por qué apurarse?, ya se encarga el hambre de seguir limpiando el Planeta, para que los “privilegiados” puedan seguir durmiendo tranquilos con sus despensas llenas. Incluso para que se permitan el lujo de tirar las sobras a la basura.
Hace tiempo una noticia llegada de Latinoamérica me sobrecogió:
-Grupos armados organizados, se encargan de limpiar las calles de “gamines” (niños de la calle) a tiros”.
Los animalotes de ellos no se habían enterado que también se pueden “limpiar” las calles invirtiendo en educación y en salud. Y, sobre todo, creando unas estructuras sociales más justas y con menos privilegios para unos pocos en su propio país.
Hoy, gracias a la generosidad del Gobierno italiano, puedo disfrutar de la alegría del pobre cuando puede llevar a la mesa un plato de arroz para sus hijos. Y no solo eso, sino que me llena de orgullo el gesto de nuestro buen obispo Biguzzi de compartir los sacos de arroz con nuestros hermanos musulmanes. Ha entregado un saco a cada Imán para que lo repartan en sus aldeas porque, como él dice, los musulmanes también tienen hambre.
Miércoles, 11 de enero del 2006
Como René está ocupado preparando su viaje a Colombia para asistir al Encuentro Misionero, y Edgar no termina de recuperarse del todo, me he lanzado con Casimiro a poner en marcha los proyectos pendientes.
Primero hemos contactado con el electricista de Makeni, Mr. Kather, que ha trabajado anteriormente instalando placas solares. Ha visto el material llegado de España, y le ha encantado. Espero que con la soltura que habla, trabaje.
Por la tarde, nos hemos ido a Lunsar a la escuela vocacional de los josefinos para hablar con el P. Mario, porque sabemos que anda muy metido en cuestiones de excavación de pozos de agua. Trabaja en colaboración con Zakaria Dainkeh, técnico de Port Loko. Nos ha dicho que el precio de cada pozo rondaría los 10 millones de leones, dependiendo de lo que costase la pompa de agua. De paso le hemos pegado una revisada a las luces del land-rover.
Jueves, 12 de enero del 2006
Han venido en moto desde Port Loko los dos jefes de la empresa constructora de pozos de agua. Traen una carta de recomendación del P. Mario donde se nos dice que son gente de fiar. Por esta vez, decidimos ubicar los pozos en poblados de fácil acceso del material. En una segunda etapa lo haremos en los poblados más alejados.
Las condiciones que nos han presentado son:
-El poblado provee de alimento y cama a dos técnicos durante el tiempo que dure la excavación.
-Ayudan con el trabajo de excavación por turnos.
-Proveen piedras y arena si fuese posible.
-Pago de dos millones de leones por adelantado.
-Comienzan los 6 pozos al mismo tiempo y los entregan terminados en mes y medio.
Nos parece algo razonable y ya estamos organizando a la gente de las seis primeras aldeas para comenzar el trabajo el próximo martes. En las aldeas en las que no puede entrar el camión con el material, se han comprometido a acarrearlo a mano entre todos.
Por la tarde he ido con René a Makeni para pedirle permiso al obispo de reformar el edificio de la antigua cocina y almacenes. Queremos ubicar en esa zona el sistema de placas solares, dos habitaciones extra para voluntarios o visitas, y mejorar la cocina. Hasta ahora el que recibía la visita debía irse a dormir debajo de la escalera, y no nos parece apropiado. El obispo encantado, naturalmente. Para él somos una bendición: le mejoramos la propiedad y no gasta en nosotros ni un centavo.
Sábado, 14 de enero del 2006
“Cas” ha muerto y, aunque os parezca ridículo, siento un poso de tristeza. Me había tomado como algo personal su supervivencia para demostrar que se puede luchar contra el destino de una muerte anunciada. En este caso, no se pudo. Era solo un pollito, lo sé, pero para mí era una especie de símbolo por los esfuerzos que hacía para sobrevivir.
Al enterrarlo he visto a la gallina correteando con los cuatro polluelos restantes: la vida sigue su curso y solo sobreviven los más fuertes del corral. Pero, como os decía el otro día, esto no deja de ser una tierna tontería. Lo que realmente nos derrumba y parte el alma es el ver morir al niño más débil de la aldea, y no poder hacer otra cosa que llorar y enterrarlo.
Lo prometido es deuda. Os voy a dar unos pocos datos acerca de la Sociedad Bondo de mujeres que he ido obteniendo por ahí. Al ser una sociedad secreta, supongo que habrá muchas cosas que se callan, pero lo que dicen es suficiente para ponerte los pelos de punta. Curiosamente, hablan más las jóvenes que las personas mayores. Y lo más triste es que uno no sabe muy bien como erradicar esa costumbre tan arraigada en la cultura limba.
BONDO SOCIETY
Cuando los padres deciden “iniciar” a su hija, deben comenzar una peregrinación explicando sus planes primero al Jefe del poblado, después al Jefe de Sección (jefe de varios poblados), y, por último, al Paramount Chief (el jefe de toda el área Biriwa Limba). A cada uno de ellos deben ofrecerle un poco de dinero, kolanuts, aceite de palma… Pero el mejor regalo deben reservarlo para conseguir el visto bueno del Paramount Chief. Así que es mejor ir a visitarlo con un cabrito, arroz, gallo, dinero, aceite… Como veis, casi los mismos gastos que para una Primera Comunión en nuestra tierra.
Cuando el Paramount Chief ha dado su consentimiento, los padres deciden la fecha más conveniente para la ceremonia de iniciación con el jefe de la aldea. Para eso suelen consultar a los “adivinos”, que se llevan su tajada de arroz, aceite, etc, etc. También deben preparar los padres suficiente arroz, aceite, pescado, carne, aves, mampa y kolanuts, para el tiempo que dure la iniciación. Y proveer a su hija de brazaletes, pendientes, adornos, colorete…, y un vestido blanco para el final de la ceremonia.
Se invoca a los espíritus y a los antepasados ofreciéndoles libaciones de mampa y la sangre de un ave con la que rocían los utensilios de la ceremonia.
Las muchachas iniciadas el año anterior, Banaditokon en limba, deben limpiar un lugar en el bosque donde los jóvenes de la aldea construirán el refugio para la ceremonia Bondo.
Cuando terminan de construir la cabaña, es el día en que celebran la primera danza ceremonial, Kuyiloko. Todas las muchachas que van a ser iniciadas danzan en un lugar especial del bosque secreto durante toda la noche, esperando ser llamadas una por una al amanecer para la ablación del clítoris. La tarde de ese mismo día es mutilada una de las muchachas para que los espíritus habiten y bendigan el lugar, porque, según dicen, los espíritus habitan en la sangre. Esta primera muchacha será la líder del grupo, Ruko (en limba, primera iniciada). Le dicen que han sido los antepasados de la comunidad y los espíritus los que la eligieron para ello.
La Digba (mujer encargada de las mutilaciones) prepara hierbas para reducir el dolor y el sangrado de las que serán “iniciadas”. Desnudan completamente a las muchachas, les vendan los ojos, las acuestan boca arriba sobre unas hojas, y con un cuchillo especial preparado por un herrero del poblado, les arrancan el clítoris. Como la operación es muy dolorosa y algunas lloran, la escisión es acompañada de cantos y tambores que ahogan los llantos.
Una vez removido el clítoris les lavan la herida y la cubren con hierbas y ceniza. Después, las llevan a un lugar especial de descanso, o Kuyarama (Bosque Sagrado). Cada día el Sinkabondo, “especie” de doctor nativo al servicio de la Sociedad Bondo, les lava la herida para acelerar la recuperación. Normalmente la herida tarda en sanar de dos a tres semanas.
El clítoris arrancado se divide en dos partes. Con una mitad se prepara el Yombo, la comida que se les da a las iniciadas antes de regresar a la aldea. La otra mitad se siembra junto a una semilla. Creen que la futura fertilidad de la muchacha depende de cómo la semilla se desarrolla.
Algo curioso es que durante la ceremonia examinan si las muchachas son vírgenes o no. Incluso piensan que las vírgenes se curan antes. A las que no son vírgenes se les pregunta el nombre del muchacho que las desfloró, y este debe pagar una multa bastante considerable. Por ese motivo los chavales del lugar se cuidan muy mucho de “irse al huerto” con una no iniciada.
Cuando las heridas están curadas se decide el día del Kulathigbada, o segunda danza.
Las nuevas Bonkani (antes de la mutilación genital se les llama Bagborikani) son recibidas en la aldea por parientes y amigos con una gran fiesta.
Después de la fiesta, las muchachas se lavan en una poza en la ceremonia del Kuyeli, o primera purificación. De allí, vuelven durante tres días al bosque secreto de la Sociedad Bondo para ser instruidas y entrenadas en su nuevo rol de mujer adulta. Un rol que estoy seguro que os encantaría a más de una, especialmente a mi sobrina Laura (me imagino su cara leyendo esto). Creo que ya os había comentado antes algo acerca del papel de la mujer por estos lugares, pero no está de más el recordarlo: hacer una genuflexión al marido, mayores y autoridades cuando se dirigen a ellos en público como signo de respeto, genuflexión al dar la comida a sus maridos, inclinación de cabeza si pasan delante de ancianos reunidos, cuando aplaudir en público, no hablar en las reuniones, no beber mampa en compañía de los hombres…
De regreso a la aldea, la Digba las entrega al jefe de la comunidad, y éste a su vez a sus padres. Es en el momento de la purificación final o Kugnutu, cuando las muchachas reciben regalos y presentes de los habitantes de las aldeas.
A partir de ese momento tienen el derecho de participar en todas las actividades de adultos, de contraer matrimonio, y de ser enterradas en el momento de su muerte por la Sociedad Bondo. Ya me tocó vivir uno de esos funerales en vivo y a todo color cuando, con Casimiro, visité la aldea de Kamanameh. Todavía me suenan en la cabeza los tambores y las danzas.
Dicen los entendidos que la mutilación genital femenina causa dolor estomacal crónico, problemas de procreación, y un dolor más intenso en el momento del parto. No obstante cada vez son “iniciadas” las muchachas a más temprana edad y, por lo tanto, quedan embarazadas sin la madurez suficiente. Muchas de ellas mueren en el momento del parto.
Como veis, no es poco el trabajo que hay que hacer. Al menos hay que intentar que hagan la mutilación con utensilios limpios, porque se cuentan verdaderas barbaridades. Y, desgraciadamente, la muchacha que no ha sido iniciada no es aceptada plenamente en esta sociedad.
Otro día os cuento algo sobre la “iniciación” de los hombres, que tampoco tiene desperdicio. Además, me es más fácil conseguir la información.
Lunes, 16 de enero del 2006
Edgar ha citado a una reunión después del desayuno y nos ha comentado que le ha llamado el Provincial para decirle que asista, en Filipinas, a un curso que inicia el 5 de marzo. El curso dura tres meses y después de él se tomará unas vacaciones, que bien merecidas las tiene. Lo que significa que, en caso de regresar, no podríamos contar con él antes de cinco o seis meses. Debe volar a más tardar el día 20 de Febrero. Como René vuela el 20 de enero, resulta que Casimiro y yo nos quedamos como dueños y señores de la misión, mientras no nos envíen a algún nuevo voluntario de Filipinas. Además el doctor le ha recomendado a Don que no vuelva, y que si lo hace es bajo su entera responsabilidad.
Es curioso, antes me pedían retrasar el viaje porque no tenían donde acomodarme, y ahora cada uno de nosotros dispone de dos habitaciones más el hueco de la escalera. Por lo tanto, se aceptan visitas.
Hemos intentado dividir el trabajo entre los dos, pero hay suficiente para repartir entre varios. Como sabéis, dividimos la misión en cuatro áreas y cada uno de nosotros se encarga de una de ellas. Si ya de por si es pesado atender tanta aldea, me imagino la que se nos avecina al tener que atender a todas entre los dos. Y hay que visitar con cierta regularidad las escuelas para hablar con los maestros, y llevar gente al hospital, y seguir al tanto de los proyectos nuevos… Eso sin contar con el mantenimiento de los coches, el generador, la casa… En fin, que nos espera un trabajo tipo bombero: apagar incendios corriendo de aquí para allá. Lo más importante es que la malaria nos respete mientras llegan los refuerzos. Si uno de nosotros cae enfermo, las cosas se complican y mucho.
Le he ofrecido a Casi lo mismo que le ofreció Abraham a Lot:
-Tira para donde quieras que aquí hay suficiente tierra para tu rebaño y el mió. Si te gusta el Norte, yo me voy al Sur y viceversa.
Virgen Santa, podríamos pasar tranquilamente dando vueltas por los poblados tres meses sin vernos. Por lo pronto, voy a comenzar a visitar con Edgar toda su zona para conocer los líderes y explicarles la situación. Como Casimiro no quiere saber nada de la contabilidad, cosa que a mí tampoco me gusta, tendré que ponerme al día en los asuntos económicos.
Martes, 17 de enero del 2006
Me he dedicado con el coreano a recoger las firmas de apoyo al proyecto RENACER que nos faltaban. Primero la del Paramount Chief, nuestro ínclito Alhaji Alpha Amadu Mansaray. En cuanto nos ve se le ilumina la cara porque sabe que siempre le ofrecemos el kola nut. Kola es una especie de nuez amarga que habitualmente se ofrece como signo de respeto y amistad al Paramount Chief, y que si no se la ofreces, te la pide descaradamente. Además al nuestro le encanta más el dinero que las nueces. Hoy ni Casimiro ni yo teníamos un león en el bolsillo y no nos despidió con muy buena cara. Resulta que le pedimos la firma para un Proyecto de ayuda en su comunidad, y después de firmar el secretario porque el no sabe escribir, va y nos dice:
–No kola today? (¿hoy no me dais nada?)
Me tengo que enterar de qué es lo que hace en todo el día además de estar tumbado en la hamaca y esperar a que los que vienen de los poblados le lleven regalos (kola nut) “por ser él quien es bondad infinita”.
Mientras yo me vuelvo loco copiando en el ordenador los materiales de construcción que necesitamos para enviárselos a Seve Caceres, Casimiro se ha largado con la moto a Kambia para conseguir la firma del jefe de nuestro poblado de Massaramankay.
René y yo nos hemos partido literalmente de risa cuando Casi nos contaba la aventura. Para variar el tal Brima Sesay tampoco sabía escribir. El bueno de Casimiro le ha pintado el dedo gordo con el bolígrafo azul, se lo ha hecho chupar, y ha intentado que el manchón que le han hecho a la carta pareciese una huella digital. Al ver que solo era eso, una mancha, le ha pedido que pusiese unos palos o lo que quisiese, pero iguales en las dos hojas. Incluso le dio una ayudadilla con la mano. El caso es que se puede leer perfectamente debajo de Brima Sesay, una M y una B, que no termino de explicarme qué relación tienen con el nombre del jefe, pero en fin…, espero que el Gobierno de Navarra agradezca el intento y el lengüetazo que el bueno de Brima le pegó a un dedo que seguro que de limpio no tenía nada.
En la cena Casimiro nos dio la explicación de la M y la B.
–Pensé que lo más fácil para él era “up, down, up, down” (arriba, abajo, arriba, abajo), y ya tienes la M. Luego un “up” y el “down” haciendo dos curvas, y tienes la B.
Y yo buscándole algún simbolismo limba a las iniciales. ¿Qué os parece?
El día ya huele a despedida, y la verdad es que da un poco de pena, porque bien que mal, uno se acostumbra a los compañeros. René anda atareado planchándose la ropa y haciendo las maletas. La verdad es que es el único aficionado a la plancha. Incluso hay veces en las que, gracias a su generosidad, te encuentras alguna camisetilla de las tuyas con raya y todo. Si os voy a ser sincero, yo hace cuatro meses que no me pongo zapatos, ni me plancho una camiseta. Y con los tres pantalones chinos tipo Coronel Tapioca, pero en barato, que me compró mi hermana Isa, voy pegando tiros. Menudo regalazo.
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Mis queridos amigos:
Mi más profundo agradecimiento a los que con vuestras oraciones y apoyo nos dais motivos para seguir adelante. Cuando viajo a Freetown lo único que hago, por la premura del tiempo, es copiar vuestros mensajes para poder saborearlos tranquilamente en Kamabai.
El escribir se ha convertido para mí en una especie de desahogo. Además tengo la sensación de que estoy platicando con vosotros, en mi propio idioma, en la sobremesa. Y eso, cuando se vive inmerso en una babel de dialectos, se agradece. Y como la noche tampoco ofrece muchas alternativas donde escoger, me acostumbré a emplear parte de la luz del generador para poner en orden y repasar las experiencias vividas durante el día.
Sabéis que por 14 año consecutivo, Sierra Leona, ha tenido el privilegio de ocupar el último lugar de la lista de naciones en cuanto a desarrollo se refiere. Y dentro de este país, la sección Biriwa del distrito de Bombali, es la más empobrecida. Y ahí, en Kamabai, en el corazón Biriwa, está la misión de los Agustinos Recoletos. Estamos, pues, en el puro corazón de la miseria.
Estas sencillas líneas no intentan vender ningún producto, como alguno pudiera pensar, sino simplemente tocar el corazón para que cada uno, en la medida de sus posibilidades, comparta lo que tiene con “los más pobres entre los pobres”. Sé que en todos los sitios se cuecen habas, que dicen por mi tierra, pero esta gente, con demasiada frecuencia, ni habas tiene para cocer.
Nosotros somos, sin más, meros intermediarios entre ellos y vuestra generosidad. Y testigos privilegiados al poder ver cómo les explota la alegría y la sonrisa en la cara al sentirse queridos. No se trata de colocarse medallas. Cualquiera medianamente inteligente sabe que, en un ejército, tan importante es la vanguardia como la retaguardia.
Y, porque el trabajo supera con frecuencia nuestras fuerzas y nuestra salud, agradecemos vuestros mensajes de aliento. Saber que no estamos solos nos reconforta y, con frecuencia, después de leer mensajes como estos, nos emociona y saca las lágrimas.
-Querido amigo y hermano
Te escribo para agradecerte cuanto estás haciendo por nosotros. Sí José Luis, nos estás ayudando a ver que la vida tiene más caras, que el sufrimiento no se paga ni se compra, que sólo podemos intentar paliarlo a fuerza de ayuda y de evangelio.
Sabes, José Luis, que más allá del dinero que generosamente enviamos contáis con nuestras oraciones, con nuestro cariño. Sabes que os consideramos nuestros, y que la choza que tenemos puesta en la cripta no es un escaparate sino una ventana por la que vosotros os asomáis cada domingo para participar juntos en la eucaristía.
Te quiere
Roberto
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-Querido José Luis. Que el Señor (y Casimiro) te guarde.
Te sigo los pasos a distancia, pero sintiéndome cercano a ti. Leo regularmente tus crónicas en la web de la Provincia. Gracias por el bien que haces con tus escritos, que sigo con puntualidad.
En algunos de tus mensajes he leído la gran necesidad que tenéis de piedras negras. No sabía que en este momento son difíciles de adquirir. Creo que puedo agenciarte algunas, pocas. Si las logro, las entregaré en el provincialato para que te las manden.
Que el Señor bendiga tu persona y tus trabajos.
Con afecto,
Fr. Javier Pipaón
Gracias, de corazón, por estar ahí, empujándonos con vuestra oración y afecto.
Le he estado dando vueltas a la cabeza buscando algún título que encabezase esta especie de diario. Me gusta éste, en limba: Africa ken kahuthukuma hoh keyan (Africa en el corazón). Y así suena fonéticamente: Africa kin kautukúma okián.
Jueves, 19 de enero, al viernes, 27 de enero del 2006
Hemos ido a dejar a René en el aeropuerto, y lo que queríamos que fuese un viaje relámpago se nos ha convertido, una vez más, en unas mini vacaciones en Freetown. Esta vez Casimiro se quedó en la misión para celebrar la fiesta de Makehe y estar al tanto de la excavación del pozo de agua.
«Algo se muere en el alma cuando un amigo se va…»
¿Qué deciros? No es fácil decir adiós. Todos hemos experimentado alguna vez lo amargo de esa palabra. Y lo es más si existe la posibilidad de que el adiós sea definitivo. René se va y nos deja tristes. Debe asistir al encuentro misionero de Colombia, al capítulo provincial de San Ezequiel Moreno en Filipinas, y, de paso, darle una buena revisada a su corazón.
Qué alegría me dio el saber que se había ofrecido voluntario y cuántos desahogos en castellano castizo me ha tenido que aguantar. Fue importante para mí el contar con su presencia.
Deja su guitarra y eso me da un poquito de esperanza. Uno establece una relación especial con ella, y tiende siempre a volver donde la dejó. Pero hoy estoy triste, es como si la misión fuese perdiendo vida. Se va un hombre profundamente bueno. Lleva su alma llena de sonidos, rostros, paisajes…, que estoy seguro que un día no lejano plasmará en lienzos, o convertirá en canciones. Se va dejando, como continúa la copla,
«un vacío que es como un pozo sin fondo que no se puede llenar».
Aquí, en Kamabai, su guitarra también «llora al decirle adiós».
Hasta siempre, amigo mío.
Al bajar del ferry, el land rover dijo otra vez “hasta aquí”, y se paró. Edgar ha logrado contactar con uno de los mecánicos de Moto Care y vienen a revisarlo a pesar de que el taller esté ya cerrado. Imposible hacerlo andar. A las nueve de la noche nos llevan a la casa del obispo, pero John nos comunica que está a punto de llegar con los políticos italianos que le donaron el arroz. Eso significa que debemos buscar donde pasar la noche.
Después de mil vueltas nos decidimos por Jay’s Guest House. Espero que en el precio no incluyan los mosquitos. Las habitaciones están plagadas de ellos y, de cobrarlos, se harían ricos. Tenemos que comprar spray. Lo único bueno es que no está lejos de Moto Care y de la casa del obispo.
Desde su baranda se divisa Comium, una de las cuatro empresas que junto con Cel-tel, Africell y Data-tel, se reparten el pastel de las comunicaciones. Se ha desatado una auténtica pasión por la telefonía móvil, así que supongo que les toca una buena tajada a cada uno.
No encuentran el problema del land rover, es fin de semana y nos hacemos a la idea de que lo pasaremos en Freetown. Casimiro no para de enviarnos mensajes de texto preguntando qué sucede y cuando regresamos.
El lunes por la tarde Edgar sufre un fuerte ataque de malaria: escalofríos, fiebre, vómitos…, lo clásico, vamos. Compro Artesunate en una farmacia cercana y me voy a comprar jugos y galletas a Freetown Supermarket.
El martes amanece mucho peor y le ofrezco llevarlo al hospital, pero se niega rotundamente .Yo también lo haría, por eso no insisto demasiado. Prefiere pasar el ataque en el hotel. La verdad es que en el hospital lo único que le pondrían sería suero, y aquí puedo hacérselo yo con azúcar, sal y limón.
Edgar es un toro de 31 años, trabajador incansable, y a mí me parte el alma verlo temblar sin poder hacer nada más que limpiar los vómitos y bajarle la fiebre con paracetamol.
He quedado en verme con Zakaria Dainkeh, técnico de Port Loko, para pagarle dos bombas para los pozos. Las ha conseguido a buen precio pero debe pagarlas hoy. Me pasa a recoger con su moto honda y me lleva a la casa del obispo donde guardamos el dinero. Cambiamos 12.000 dólares, y no queríamos andar de aquí para allá en transporte público con esa cantidad. En dólares no abultan demasiado, pero en leones son dos bolsas de deporte llenas.
Es miércoles y me voy bien tempranito a ver qué pasa con nuestro coche. Me ha comentado Canute Rego, un ingeniero hindú de Moto Care, que necesitan pedir una pieza y que llegaría en tres semanas. Eso sí, pueden alquilarnos un carro por 1000 dólares la semana.
Menudo rebote me he agarrado. Vuelvo al hotel. Edgar sigue con vómitos, y le he dicho que me largaba inmediatamente a contarle al obispo nuestra situación. Me dice que no es un buen momento porque está muy ocupado con los políticos italianos que le regalaron los 17 contenedores de arroz.
–Mira, Edgar, le digo mirando al cielo, tú y yo le hemos regalado la vida y creo sinceramente que vale más que unos sacos de arroz, así que si puede atender a los italianos, también puede hacerlo con nosotros. Y no te preocupes que prometo ser educado.
Llamo a John para preguntarle si está el obispo en casa, me dice que si, y pido que le comunique que estoy en camino para hablar un asunto urgente con él. Agarro otra bendita camioneta, esta vez por el módico precio de 700 leones, y desde el cruce de Smart Farm, me pego una buena sudada para llegar andando hasta lo alto de la colina donde se encuentra la casa. Como que el obispo se sorprende un poco al verme llegar empapado.
-Hola, José Luis, que gusto de verte.
-Señor obispo, el gusto es mío, pero creo que usted es el único que puede aconsejarme qué debo hacer en esta situación: Edgar tiene un ataque fuerte de malaria desde el lunes por la tarde, con escalofríos, fiebre y vómitos. Estamos durmiendo en un Guest House desde el día 19, con desayuno continental y mosquitos incluidos, y me debo mover en transporte público para solucionar todos los problemas de los pozos de agua de la misión. “Su” land rover está en Moto Care desde ese mismo día por la tarde, y me dicen que en tres semanas me lo entregan. ¿Qué hago? Llevamos gastados 1 millón cien mil leones en el hotel, sin contar las comidas, y no tenemos más dinero, ni me parece justo que vivamos en estas condiciones.
Me contesta que la diócesis se hace cargo de la factura del hotel, que mañana nos recoge Pa Manso para llevarnos a Makeni, y que siente profundamente lo de Edgar. Me pide disculpas por estar tan ocupado con las visitas, pero que debe ser agradecido con ellos. Yo, sonriendo, le recuerdo que Edgar lleva 2 años dejándose la piel por la misión, que está agotado, y que merece un poquito de atención por su parte. Tengo que reconocer que inmediatamente me pidió su número de teléfono y le llamó para animarle y tranquilizarlo.
He vuelto con Edgar para llevarle jugos, agua y galletas y parece que está un poquito mejor. Incluso le han llevado desayuno a la habitación y ha comido algo.
El Jueves, poquito antes de salir con Pa Manso para Makeni, nos han llamado de Moto Care diciendo que han encontrado una pieza de segunda mano y que se la pueden poner al land rover por el módico precio de 3 millones 127 mil leones. Nos aseguran que para la tarde estará listo y decidimos quedarnos. De otro modo tendríamos que volver en moto a por el carro y estaríamos muy limitados para movernos por la misión. Nos lo entregan a las 6 de la tarde y preferimos quedarnos a dormir tranquilamente para salir temprano al día siguiente. Además a Edgar le viene muy bien otro día de descanso.
No he dormido bien porque me he pasado toda la noche con vómitos. Y eso es una señal inequívoca de que el falciparum anda rondando. Me he tranquilizado al comentarlo con Edgar y decirme que él se la ha pasado en el baño con diarrea. Parece que nos hemos purgado uno por delante y el otro por detrás. Supongo que algo de lo que cenamos no estaba en buenas condiciones. Además parece que no tengo ningún otro síntoma de la malaria.
Edgar ha aprovechado para comprar su boleto de avión para el día 17 de Febrero: Freetowm, Accra, Dubai, Manila. Me siento feliz por él, pero como desinflado, aunque trato de disimularlo.
Volvemos a casa cada uno en su mundo, ensimismados.
Pienso en el ir y venir de estos días observando, si más, las caras de la gente. En los mosquitos de Jay’s Guest House y en la simpatía y amabilidad de su personal atendiendo al enfermo. En los rostros, familiares ya, de los taxistas y su gracia para regatear en Kriol el precio. En la niña de la puerta ofreciendo sus servicios por solo 20.000 leones (7 dólares) la noche. En el griterío de la fanaticada por el gol de Etoo con Camerún en la Copa de África.
Miro por el rabillo del ojo a Edgar. Supongo que va feliz pensando en el próximo reencuentro con los suyos, y triste al mismo tiempo.
-Me duele dejaros en estas condiciones, dice.
-Lo sé, le contesto, no te preocupes, necesitas descansar. Con ésta, son ya cinco las malarias que te han zarandeado, y ya está bien, amigo mío.
Sonrío recordando el hermoso slogan pintado en una de las mil camionetas taxi que bullen por la calle. Lo vi desde la baranda del hotel y lo memoricé: “No condition is permanent” (ninguna situación es permanente). Espero que ésta tampoco lo sea.
Me entra un mensaje de Casimiro preguntando si estamos en camino. He contestado diciendo que encienda el generador y que meta unas cervezas a enfriar para la noche. Me apetece celebrar algo tan sencillo como el simple hecho de estar los tres juntos de nuevo. Y más, sabiendo que es por tan poco tiempo.
Sábado 28, de enero del 2006
La primera obligación del día ha sido limpiar la habitación y hacer la colada. Hay que ver, en cuanto faltas unos días, las arañas y four oclock campan por sus anchas y casi hay que pedirles permiso para entrar.
Hemos tenido una reunión con los jóvenes de la zona, y se nos ha ido el día entre charlas, juegos, comida y oración.
Domingo 29, de enero del 2006
Voy a celebrar la eucaristía a Bumban. Su patrona es Santa Teresita del Niño Jesús. Recuerdo con cariño a mis antiguos parroquianos de Little Flower y ofrezco la eucaristía por ellos.
No sé qué me pasa, pero me siento tremendamente nostálgico y desconcertado por esta nueva situación. No logro concentrarme y celebro la misa mecánicamente, como distraído. En la homilía me limito a repetirles desganado la oración de entrada: “debernos amarnos unos a otros como Dios nos amó”.
Se me ocurre preguntarles cómo creen ellos que nos amó Dios. Me responde, ante mi sorpresa porque no suelen hacerlo, una mujer.
-Dios nos ama como nosotros amamos la semilla de cassava. Desde que la plantamos, debemos cuidarla y protegerla porque es nuestro alimento y el de nuestra familia.
De nuevo son ellos los que me evangelizan a mí. Intento disimular un par de lagrimillas. Se lo importante que para ellos es la cassava y el cariño con el que la cultivan, y me sorprende que se sientan queridos en esa misma dimensión por Dios.
Los veo bailar y abrazarse en el momento de la paz, y le doy gracias a Dios por este pueblo. También por amarme como ellos aman su semilla de cassava. Y le pido las fuerzas necesarias para servirlos como ellos se merecen.
Doy la bendición emocionado. Ahí, sonrientes, están los preferidos, los más pobres, los humildes, los sencillos, los semilla-cassava de Dios…
Por la tarde he ido con Edgar a ver al obispo para comentarle su próxima salida e invitarlo a nuestra fiesta patronal del día 2 de Febrero. Nos comenta que no podrá asistir por tener otros compromisos importantes adquiridos con antelación. ¡Qué le vamos a hacer! Con o sin obispo, esperamos montar una gran fiesta para la comunidad.
Lunes 30, de enero del 2006
Estamos bien ocupados preparando la fiesta de la Parroquia.
El coreano ha llegado pidiendo a gritos:
-Camera, camera, pictures (que quería fotos, vamos)
He bajado a ver qué se traía entre manos y por poco me voy para atrás del susto. Ahí estaba Casi, sonriente, agarrando del rabo, con la mano, una rata gigantesca. Se quería inmortalizar con ella antes de comerla. ¡Dios bendito! Los nativos le llaman al bicho cutting grass, y supongo que vivo te puede llevar tranquilamente la mano en un descuido.
Para mí, no deja de ser una rata bien crecida. Vosotros opináis después de ver las fotografías.
Eso si, seguro que el coreano nos la hará tragar camuflada en alguno de sus guisos exquisitos. Espero que, al menos, se digne cortarle el rabo.
Martes 31, de enero del 2006
Se me va el día con Casimiro supervisando los pozos de agua y asegurándonos de que los técnicos reciben ayuda en la excavación, alojamiento, y comida. Hay que reconocer que en todos los poblados han colaborado con alma, vida y corazón.
Pero no es fácil excavar a pico y pala. En Kamankay, por ejemplo, a los 5 metros encontraron roca y tuvieron que comenzar de nuevo en otro lugar. Así hasta cuatro veces. Me admira su tesón y su paciencia. Yo, a la segunda, hubiese aventado el pico hasta la mismísima Concha de la Tortuga echando pestes por la boca, pero ellos comienzan con la misma ilusión que al principio. Trabajan, por turnos, de sol a sol, y saltan de alegría cuando aparece el agua. Para ellos es como un sueño hecho realidad. Se acabaron las idas y venidas a los ríos. En varios poblados ya han llegado al primer manto de agua: Makeheh, Bandankoro, Kamankay…
Ahora hay que esperar tres semanas, dicen, para que el agua baje. Entonces seguirán profundizando hasta encontrar un segundo nivel de agua, y es allí donde comenzarán a poner el cemento y la bomba.
Insisten en que este tiempo es el mejor para la excavación porque, al ser tiempo seco, se llega hasta un buen manto de agua. Esto me trae a la memoria un refrán tarahumara que aprendí en mis años mozos: “a las buenas fuentes se les conoce en verano, en invierno todas llevan agua”.